Este es un mundo
se ha convertido en un mundo de máquinas, término con el que
muchos se han referido hablando del uso de las tecnologías mediante las cuales
nos movemos por la Red.
En estos últimos
años parece haber aparecido una nueva herramienta como forma para adquirir
información y hacer que los usuarios se involucren en las mismas; los blogs y
las herramientas de la Web 2.0, considerado el primero como una herramienta que
permite a una persona plantear varios retos tecnológicos para operar en un sitio
Web (KRICHEL, Thomas).
Tras la acuñación
de los nuevos términos por O´Really después del estallido de la burbuja
inmobiliaria, empezaron a aparecer sitios Web englobados dentro de la
definición que se le atribuye a la Web 2.0 con un éxito destacado como
Wikipedia, Yutube o Flickr.
Pero no solo esta
nueva Web ha desarrollado importantes herramienta sino que se ha convertido en
un medio de comunicación gratuita a tiempo real y un instrumento de difusión y
propaganda llevada a debate mediante herramientas que se engloban en una
participación comunitaria.
Todo estos
avances han contribuido a que prime el uso de las herramientas Web 2.0 por
encima de los medios tradicionales de comunicación y de búsqueda de información
como es el caso del formato papel y más concretamente el uso de las
bibliotecas. Puede que este abismo entre la Web y la biblioteca tradicional no
sea tan grande, sino que sea cuestión de evolucionar según las necesidades de
la población y el desarrollo de los nuevos tiempos sin olvidar las raíces. Todo
depende de las necesidades.
En el caso de las
universidades, hay carreras, estudios o trabajos eminentemente prácticos para
los cuales es necesario el uso de las nuevas tecnologías y los nuevos medios
sociales y formas de acceso a la información como es el caso por ejemplo de la
informática o la comunicación, sin embargo, por otro lado encontramos los casos
en los que es necesaria la fuente histórica antigua, la forma de producción
originaria, ver y poder visualizar el documento más allá de la red, físicamente
como es el caso de la documentación antigua e histórica.
Desde mi punto de
vista, no se trata de priorizar entre la biblioteca universitaria tradicional o
el uso de la red sino de saber utilizar tanto los medios tradicionales como los
avances que nos proporciona la red, siempre atendiendo y cubriendo las
necesidades de los usuarios que al fin y al cabo, son a los que se dirige el
servicio bibliotecario y, si para muchas de esas necesidades es necesario
actualizar los modos y medios bibliotecarios, ¿por qué no contribuir hacia el
progreso?
Al fin y al cabo,
la biblioteca tal y como la conocemos nunca desaparecerá ya que aunque parezca
mentira, no todo se puede encontrar en
Internet. Internet es como una gran biblioteca desorganizada y sin catalogar (Mark Y. Herring).


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